Dia del Elegante 2014



Buenos días a todos!

Hace mil años que no escribo aquí, al final mi vida se ha convertido en un no parar y mi enfermedad empeoró bastante, por lo que me tocó bajar el ritmo; por suerte parece que hemos logrado reconducirla un poco. Por desgracia, el Día del Elegante del año pasado fue cuando aún estaba bastante mal, ¡y se nota!, no pude ni ponerme el corsé, y menos aún desprenderme del bastón. Pero bueno, lo disfrute.

Ya os he hablado del Día del Elegante en otras ocasiones y, desde que conocí su existencia se ha convertido en un imprescindible de cada año. El año pasado además, dos buenas amigas participaron también en él e hizo que fuera aún más agradable.


Fotografía de Ángel Elorza


Decir que el tiempo acompaño en el invierno de Ormaiztegi, es un eufemismo, llovió los días anteriores pero, el Día D hizo hasta calor! parece que se está convirtiendo en una costumbre, ¡a dios gracias!

Por otra parte, hace ilusión que todo el trabajo que se ha ido haciendo empieza a dar sus frutos y que el pueblo, cada año se implica aún más. Este año por ejemplo se hicieron dos magníficos talleres, uno a manos de Virginia Ameztoy sobre como hacer devoré y otro de sombrería a manos de Gill Connon. Ambos talleres magníficos y de lo más útiles, pero ya os hablaré de ellos!


En fin, el día, para mi salud, fue cansado, muy cansado, pero se llenó de gratos recuerdos, el primero a manos de mis compañeras Susana Koska, Sorcha Cameron y Syndariel Üllinur, recitando una obra de Virginia Wolf  "La Señora Dalloway recibe",  y así nos quedamos, como las Dalloway XD.




Este año además, no sólo hubo único coche antiguo, sino tres! a cada cual más bonito! y nos dejaron entrar en ellos, cosa, que obviamente aprovechamos ^^
  
                            





Fotografía de JM Garmedia

 

Y este año además, las organizadoras del Museo Zumalakarregi (que hacen una labor titánica para que todo salga perfecto), nos regalaron con un viaje en un auténtico coche de caballos!. Como os podéis imaginar fue toda una experiencia, dar un paseo en un verdadero coche de caballos, no fue muy largo, pero no importó, fue la sensación de hacerlo, y de descubrir cosas que sufrían en la época, como que los caballos huelen mal, y que, aunque lo parezca, subir no es tan complicado!, no lo fue ni para mi ^^









Fue agotador, desde la mañana hasta la chocolatada y el baile de la noche, pero valió la pena cada instante. Ya no sólo por pasar un día agradable haciendo algo que me gusta, sino por como se va implicando la gente, ya por la noche, un hombre completamente ataviado de la época, y de una forma muy adecuada, nos saludó como correspondía a la época.

Fue, sin duda, el broche perfecto para el día.







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